El pasado 16
de agosto dí comienzo a la mítica y principal Super Ranndonee PARIS-BREST-PARÍS,
que consiste en hacer 1230
kilómetros en bicicleta en 90 horas. Y tal y como dice
la palabra randonneé, hay que abastecerse por sí solo o en los puntos de control,
si quieres de llevar ropa de abrigo, o si te quieres cambiar de ropa…etc., es cosa
tuya, es decir tienes que auto suministrarte.
Las salidas eran en grupos de 200 ciclistas cada
vez. Yo comencé la prueba a las 16:45 h, y en mi grupo conocí a gente de
Italia con los que hice una gran parte del recorrido de ida, pero tuve unas
molestias en las rodillas por sobrecarga de los cuádriceps, y tuve que bajar el ritmo de pedaleo y seguir
solo. Realmente los primeros 140 kilómetros se rodaron muy rápido, llegando
a MORTAGNE-au-PERCHE, donde descansamos,
comimos algo y partimos al primer control situado en el kilómetro 220, VILLANES-la-JUHEL, y lo mismo, descansar
un poco y ya ponernos algo de abrigo porque bajaba demasiado la temperatura y
había mucha humedad, serían las 2:20 de la madrugada.
Salimos de allí en dirección al siguiente control
en FOUGERES, en el kilómetro 309. Ya
eran las 6:45 de la mañana cuando llegamos y se hacia más pesado, yo empecé a
notarlo en las piernas y es cuando decidí descansar un poco más y no
salir tan deprisa con el resto. Esperé
hasta las 7:45 y me encontré con un amigo de Cartagena que venía solo, pero él iba
a un ritmo mucho más elevado que el mío. Así que retomé ruta yo solo hasta el siguiente
control, de momento no iba mal, 363 kilómetros y ya estaba el control de TINTENIAC, pero ya comenzaba a
tener dolores más molestos, trataba de ir estirando cuando podía y comencé
a tomármelo con más calma y
dosificar las paradas, ya que todavía quedaba mucho por recorrer y comenzaba
a hacer más calor. Cuando me faltaban 26 kilómetros llegué
a un Food-Sleep, un control sorpresa donde tienes que parar y firmar, y
continúas, aquí me quité algo de ropa la ropa y traté de acomodarla en el poco espacio que tenemos para
llevar las cosas.
Aquí empiezo
a darme cuenta de que el recorrido no era tan sencillo como me lo habían dicho,
era un verdadero rompe piernas, toboganes tras toboganes, yo prefiero mil veces
más subir durante 2 horas y luego tener una bajada para disfrutarla, porque
eso era un calvario. Próximo control LOUDEAC, ubicado en el kilómetro 448, parada
para comer y descansar y lógicamente como en todo control, sellar el pasaporte
y retomar ruta, ya sabiendo que llegaría al otro control al atardecer. Nuevamente un Food-Sleep en el kilómetro
493, un control sorpresa, y de ahí retomé la ruta hasta el kilómetro 526,
control de CARHAIX-PLOUGUER. Ya era
de noche y se notaba mucho el cansancio, pero me había propuesto llegar sí o sí
a Brest de un tirón, aunque mucha de la gente que conocí se paró a descansar
antes. Comí algo, me relajé y después de recuperar un poco continué mi ruta
pasadas las 22:30 horas. A la salida del pueblo estaba todo muy oscuro y el
camino era cuesta arriba, y con el cansancio acumulado parecía que la cuesta
era aún más larga y que no se acababa nunca. Después de llevar unas 3 horas, al
terminar una subida aparecieron dos auto caravanas donde gente de la
organización ofrecía té ó café, realmente me sentó muy bien, con el frío y la
humedad que hacía, tomar algo caliente me vino de maravilla.
Retomé camino y seguí comiendo kilómetros, creí
que me faltaban 70 kilómetros desde
el último control pero fueron 90, paré un buen rato en un bar que estaba
abierto en un pueblo al pasar para tomar otro café, esta vez acompañado de un
croissant. Realmente cuando ya ves que estas a pocos kilómetros y crees ya está
la entrada a Brest, otro infierno, todo recovecos y cuestas para poder llegar
al recinto Rue Jules Lesven, ya serian
las 4:35 de la mañana. Allí me encontré de nuevo con uno de los italianos, Pablo,
que ya estaba desayunando para retomar la vuelta, pero yo decidí quedarme y
dormir al menos 4 horas.
Comencé la vuelta a las 9 de la mañana del martes
18 con molestias. Pero tenía que calentar y ponerme a rodar
normalmente. Además, ir regresando y cruzarte con gente que aún está
yendo hacia Brest te da una gran satisfacción y te empuja a seguir.
Comienza la cuenta atrás. Después de llevar
varias horas rodando llegué al siguiente control, desayuné bien y de paso medio
almorcé para no tardar mucho. Seguí rodando y al llegar la tarde, donde llevaría
ya unos 750
kilómetros, me encontré con mi amigo José el grandullón,
de Valencia, y estuvimos rodando muchos kilómetros juntos. Venía como yo, un
poco tocado. Llegamos al control FOUGERES
en el kilómetro 919, era ya de noche. Yo cené y me quede ahí, pero él
tenía que continuar porque estaba con un grupo que tenia el hotel reservado más
adelante. Cuando estaba viendo donde podía echarme para dar una cabezada,
me encontré con un colega asturiano que vive en Inglaterra, Javier. El y su compañero
descansaban allí. Descansé 2 horas más o menos y retomé camino, cada vez
se hacía más duro salir después de haberse enfriado.
Al llegar al siguiente control, VILLANES-la-JUHE en el kilómetro 1008 a eso de las 9 de la
mañana, comí y me puse debajo de un árbol para dar otra cabezada corta de unos
40 o 50 minutos. Cuando te ves tocado ya te pones impaciente.
Cuando iba de camino al control
siguiente me encontré nuevamente con Javier y su compañero y le conté cómo
iba. Como son personas con más experiencia que yo, me dejé aconsejar por
ellos, que me dijeron como debería racionar el tiempo teniendo en cuenta como
iba y controlando el horario de llegada de cada control. Traté
de hacerlo así, aunque con tantos kilómetros ya encima y tocado como estaba,
era difícil de calcular. Fui con ellos hasta el otro control MORTAGNE- FERCHE en el kilómetro 1089.
La misma rutina; comer, repostar, firmar el
pasaporte y sellar. Salí con ellos y al cabo de unos kilómetros les dije
que continuaran solos porque yo debería ir más suave. Así que marqué mi
marcha y seguí comiendo kilómetros. Llegue al control de DREUK en el kilómetro 1166 ya de noche,
pero me dije que tenía que llegar al siguiente control aunque fuera a las 3 de
la madrugada para quedar más cerca de la meta. Eso hice, pero esos 89 kilómetros se
hicieron eternos, todo era subir y subir pero había que tomárselo con
calma. Fue pasando el tiempo y a mitad de camino encontré un puesto de
café y té. Eso sabe a gloria para relajarte y seguir después de unos
minutos. Bueno ya estábamos, llegué sobre las 2:40 de la mañana, cené algo
para reponer fuerzas, dormí 1 hora, desayuné de nuevo y a las 5 emprendí de
nuevo el camino a la meta.
Pedaleé fuerte para meter la mayor cantidad de
kilómetros, sólo faltaban 67. Cuestas, muy pocas bajadas, y cuando ví que
ya me faltaban sólo 15
kilómetros para llegar fue cuando me relajé por fin.
Llovía muy suave, casi era más humedad que lluvia. Y conseguí llegar dentro del tiempo establecido. Eso me hizo
emocionarme y pensar una vez más en lo fuerte que es la cabeza, por eso estoy
seguro que estoy más que preparado para mi gran reto de las 7 islas en octubre.
Realmente me sentí muy feliz.
Copio aquí la reflexión que hizo un amigo que participó en la prueba y que publicó en las redes sociales: “Es lo más grande física y mentalmente que puede hacer alguien en bicicleta. Creo que lo de menos es el tiempo empleado, terminar la la PBP es digno de mención, para mí héroes del siglo 21. Había gente de todas las partes del mundo, 67 nacionalidades. Desde Asia, que con tan sólo 18 años tanto ellas como ellos se enfrentaban a este reto. Gente de cerca o más de 70. Yo me sentí pequeño al lado de esta gente …”
Quiero agradecer a los patrocinadors que siempre están ahí y que hacen posible que yo participe en estos retos: Apartamentos Océano, UCPA, 226ers, hotel Vik San Antonio, Turismo Lanzarote, Tursmo Arrecife, Tripasion y Scott.
Gracia a todos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario